Bajo el puente de la vida aúlla el viento
los carámbanos nos golpean la cabeza
y crece la corriente.
Una corriente hedionda que lo arrastra todo
y que amenaza también con arrastrarnos.
El quinqué parpadea moribundo
agotando el aceite,
las ratas se impacientan y se agrupan
reclamando su parte
pero no quedan sobras.
Nos miran con los ojos inyectados en sangre
pero ya nada importa.
Las tinieblas atacan
y la luna se bate en retirada
a lo lejos se escuchan sirenas
aullar despavoridas.
El frio afila sus cuchillos chispeantes
y Caronte recoge su cosecha.
mientras los cuervos graznan profecías.
Apenas nos aguantan los parpados en vela
y las campanas tañen a rebato
no hay que dormir, hay que velar la guardia
porque esta noche no tiene madrugada.
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