¡Quien me lo iba a decir!
yo, un hombre serio,
caballero y formal
padre y esposo,
inflamado al olor de
tus caderas
encendido al perfume
de tus senos,
incendiado en tus manos
incisivas...
¡Quien me lo iba a decir
que yo pudiera
olvidar mis modales exquisitos
y arrastrarte hasta el lecho,
desnudarte
y gozarte con furia y con delirio
arrancando los paños que te velan
y morder la guayaba madurada
al calor de tu pubis florecido...
¡Quien me lo iba a decir
amada mía, que después de
cien años y mil días
aún me olvido del mundo
entre tus pechos
mientras bebo la miel
de tus axilas.
tus poemas son muy sabineros... no?
ResponderEliminarY eso que sos de barcelona.
¿Adivina quien soy, Maromo?