Miro hacia adelante pero solo la niebla
me acaricia los ojos.
Quiero avanzar pero el suelo
se abre ante mis pasos,
Y la ventisca me desgarra la cara.
Extiendo las manos buscando un apoyo
Y las zarzas me lamen las heridas.
Sé que hay un mañana al otro lado
y que el ayer me empuja con sus garras de fuego.
No me puedo parar o me despeño
en el abismo negro de la nada,
en el turbio vacio de la pena.
Y me arrastro comiéndome las piedras
arrancando ortigas con la lengua,
arañando el futuro con las uñas quebradas.
El aliento de la angustia me abrasa la espalda
Y el mañana me espera con las fauces abiertas.
Pero no tengo miedo, he perdido ya todo
lo que puede perderse y lo que puede perderme.
Solo llevo conmigo lo que nada ni nadie
conseguirá arrebatarme.
Cuando alcance el futuro se hará la luz,
porque habré vencido mis miedos
y saciado mi hambre.
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